Ir al contenido principal

[Re-Post] Tecnoadictos

El otro día, estando con un amigo, comenzamos a hablar de PDAs y de la cantidad de cosas que hacíamos con ellos. A medida que hablábamos el tema pasó a telefonía y después a informática en general. Nos asombrábamos de que hubiera existido una vida anterior a toda esta tecnología.

Hoy quiero plantear una reflexión que seguro más de uno nos hemos hecho ya, pero que creo puede ser interesante debatir un poco aquí.

Desde hace unos años nos hemos ido acostumbrando a usar más dispositivos en nuestra vida y a llevar cada vez más aparatos con nosotros. Comenzamos con un PC (o MAC, no vayamos a herir susceptibilidades), más tarde con todo tipo de accesorios para este. Algo más adelante incluimos el teléfono móvil y por último un dispositivo PDA. Seguramente muchos de vosotros tenéis una lista mucho más larga (GPS, Tarjetas de memoria, cámara digital, adaptadores varios…).

Sin duda todo este tinglado hace nuestra vida y nuestro trabajo mucho más fácil, pero ¿realmente es necesario? Y lo más preocupante ¿Podríamos pasar sin él?

Cuando hablaba con mi amigo ambos reconocíamos que ya no sabíamos que hacer sin todo este elenco de máquinas y servicios. Un simple viaje en autobús resulta un infierno sin poder disfrutar de música en formato digital, un ebook, una película o las últimas noticias de AvantGO. La sensación que me quedó fue de cierta preocupación.

¿No nos estaremos convirtiendo en personas excesivamente dependientes de la tecnología? ¿Acaso no habremos construido una prisión de usabilidad de la que no somos capaces de salir? ¿Y si todo esto falla un buen día?

Sinceramente no soy capaz de imaginar una jornada laboral sin PC e Internet, y me sería muy duro el día a día sin PDA. Pero cuando hecho la vista atrás recuerdo que hubo una época no muy lejana en la que todo esto ni me lo planteaba.

¿Dónde quiero llegar? Muy sencillo. No seré yo quien niegue la importancia de los avances tecnológicos y toda la ayuda y calidad de vida que ellos nos aportan, pero tal vez debiéramos aprender a ser más independientes de ellos.  

Nos hemos acostumbrado a depender de un teléfono, de una tarjeta de crédito, de Internet o de un dispositivo de mano, hasta el punto que muchos de nosotros nos encontramos desnudos si estos fallan y muchas empresas no pueden trabajar sin ellos.

Además, cuando miro a las nuevas generaciones observo que es un hecho que no tiene marcha atrás, llegando a extremos que no acabo de entender muy bien.

Cuando veo chavales de 13 años con móvil, cuando les oigo hablar de las horas que pasan por la tarde en el Messenger (aún no he visto ninguno con PDA pero todo se andará), no puedo sino preguntarme ¿realmente es necesario?

Ninguna dependencia es buena y tal vez deberíamos plantearnos que existe una vida más allá de Windows, GPS, Palm SD y WiFi. Que como dicen en Vaya Semanita, a mi ni me va ni me viene, pero por comentarlo…

Este artículo fue escrito por mi el 01/11/2004. Se publicó como editorial en TodoPocketPC. Yo tenía 23 años.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Rage against the dying of the light

I would like to tell a different story, but it was not until Bloodborne , in 2015, that I really started enjoying Hidetaka Miyazaki 's games. I remember the word of mouth with Demon's Souls , I also remember how difficult it was to get my copy for PS3 , and on top of all that, I do perfectly remember me putting the game aside, frustrated and convinced that it was mechanically broken, totally unfair with the player. Some short of niche title for super hardcore players, but not something I could appreciate, not to mention enjoy. With these premises it was not strange that I didn't care about Dark Souls. It simply was not in my agenda. By that time Skyrim and Battlefield 3 were my principal focus. As I've said, I had to wait until 2015, with a new generation of consoles in between, before playing again a game from From Software . I was not super fascinated about Project Beast at the beginning, I did not follow the development, someday it was just released and I told mys

No usarás el nombre Half Life en vano

Acaba el año 2020 , y podemos decir sin temor a equivocarnos que lo recordaremos siempre. Sin embargo, hoy quiero hablar de algo positivo. De como en este 2020 llegamos a tocar techo. Hoy, por fin, vamos a hablar del mejor juego de este año, y posiblemente de su generación. Half Life son palabras mayores. Los que llevamos unos años en esto recordamos con reverencia 1998 y, sobre todo, 2004. Nuestro proceso de maduración como jugadores a golpe de barra metálica.  La industria estaba en plena adolescencia. Ya no gateaba; pero tampoco se tomaba aún demasiado en serio a si misma. Llegó Valve , nos dio la pastilla roja, y ya no hubo marcha atrás.  Qué difícil ser Valve. Qué complicado ha de ser tener una de las propiedades intelectuales más celebradas de la historia del medio y no obstante mantenerse firme durante años y años. Contemporizar su propia trascendencia, su papel casi mesiánico como obra fundacional. Que difícil vencer la tentación de convertir Half Life en comida rápida. Y sin

Fate of Atlantis, la mayor aventura de nuestra vida

Existe bastante consenso respecto a que las aventuras gráficas que Lucasarts lanzó al mercado entre finales de los 80 y principios de los 90 son las mejores del género. La verdad es que el talento creativo que se reunió en aquella época fue un auténtico espectáculo.  Nombres como Dave Grossman , Tim Schafer y, sobre todo, Ron Gilbert marcaron la industria con títulos inolvidables. A todos nos vienen a la cabeza sin pensarlo mucho los  Maniac Mansion , The Secret of Monkey Island 1 y 2 o Day of the Tentacle . Sin embargo, y aunque adoro los juegos arriba citados, hay otro que en mi opinión se sitúa por encima de estos y constituye la referencia absoluta del género. Me estoy refiriendo por supuesto a Indiana Jones and the Fate of Atlantis . Hal Barwood y Noah Falstein se sacaron de la manga un guión de película -bastante mejor de hecho que el de la última entrega de la franquicia- y clavaron una aventura ambiciosa que brilla con luz propia en todos sus apartados.